Los reyes del mundo, dirigida por Laura Mora y producida por Cristina Gallego y Mirlanda Torres, recibió la Concha de Oro al ser seleccionada como la ‘Mejor película’ en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián –España–, convirtiéndose en la primera película colombiana en recibir el premio más importante en un festival Clase A, entre los que se cuentan también Cannes, Venecia, Berlín y Locarno.
La película es descrita en la sinopsis de la siguiente manera: “Rá (19), Culebro (16), Sere (14), Winny (12) y Nano (13), cinco chicos de la calle de Medellín. Cinco reyes sin reino. En sus manos tienen unas viejas escrituras de una tierra heredada por Rá. Tras recibir una carta de la oficina de restitución de tierras del gobierno, notificando la devolución de los terrenos que le fueron arrebatados a su abuela, Rá decidirá emprender el viaje con sus amigos con la promesa de por fin cumplir un sueño: tener un lugar en el mundo donde ser libres, donde estar a salvo, donde construir su propio reino”
Síntesis que nos sitúa a Rá como integrante de una familia víctima de despojo de tierras. Rá entra en una escena a darse cuchillo contra otro muchacho, mientras amagan con los filos la cámara sigue el movimiento, captura el ruido y el color de la calle. Consecuente con el movimiento de sus cuerpos van apareciendo otros protagonistas que logran una cámara imperceptible, dando la percepción de casi un documental que registra el día a día de la crudeza que viven los desposeídos en la capital antioqueña.
Secuencias que recuerdan escenas de Rodrigo D: No Futuro (1990), cuando otro par de muchachos también se tiran los lances de cuchillo y arriba, sentado sobre una columna, el protagonista los ve y ensaya con unas baquetas sobre un bloque de concreto. Historia que retrató Víctor Gaviria de una Medellín en contexto de violencia y droga con personajes marginales, pobres, menospreciados y sin porvenir. Treinta y dos años después Laura Mora, dirigiendo Los reyes del mundo, confirma que –pese a los propagandeados programas gubernamentales, económicos y de otros órdenes, que supuestamente la favorecen– en esencia nada ha cambiado para gran parte de la juventud paisa, asediada por los mismos problemas que la subsumen en la marginalidad y hasta develando (si se quiere) una nueva secuela del conflicto social y armado: la tragedia de los despojados que regresan a su tierra, que ya no es la misma.
Marginación, exclusión, negación de futuro que van más allá de la urbe, retomando tal realidad también en el campo. En esta ocasión parte de la película fue filmada en el Bajo Cauca antioqueño. Es así como en un plano secuencia muestra una casa campesina en ruinas y abandonada. La cámara entra a la casa y con movimientos lentos y semicirculares deja entrever las telarañas, las paredes caídas y el polvo que carcome todos los objetos, mientras la familia campesina que habita el lugar da unas indicaciones a los protagonistas. Registro de una película que incita a una dura reflexión metafórica sobre el paso del tiempo y el arraigo a la tierra.
Los protagonistas de la película, reflejo de su realidad
Davinson Flores interpreta a Sere, el personaje místico, el incondicional, el que le da un sentido más profundo a la amistad. En entrevista con desdeabajo, se describió como una persona humilde, un ‘pelado’ feliz que le gusta andar en cicla. Nunca había participado en una filmación, se siente bendecido por eso. “Yo era un loquito de la calle pá, un loquito que no le importaba casi nada. No dormía ni en la casa, ¿si sabe? Diosito se acordó que tenía un angelito en la vida y que sirve, porque todos servimos mi pana”.
Andrés Castañeda es el personaje de Rá, el líder del clan, heredero de la tierra, cabeza del plan. Le contó a desdeabajoque se dedica a disfrutar la vida y recordó que al estar grabando siempre buscó sacar todo lo que llevaba adentro, sin falsedad, para lograr algo bonito. “Estoy disfrutando lo que me trajo Los reyes del mundo, ¿si pilla?, de ver la vida desde otro punto de vista. Antes no quería vivir, antes era pura locura. Soñar con que la familia no aguante hambre. Esto pa’ nosotros es raro, de locos”.
Cristian Campaña hace de Nano en la película, es el que observa e incomoda con su presencia y su mirada. En él habita todo lo que la sociedad desprecia. En conversación con desdeabajo rescató todo el aprendizaje vivido durante el filme, agradeció a las mujeres cabezas de la película por sus enseñanzas. Pero dijo no acordarse de las sensaciones, dejando registro de su timidez. “La verdad, mi papá, no estoy estudiando. Pero estamos empezando un diplomado en la Universidad de Antioquia sobre cine, todos los viernes vamos pa’ allá”.
Brahian Steven Acevedo interpreta a Winny, el discípulo, el niño aún no desprendido de toda su ingenuidad, pero siempre dispuesto a atacar o defender. Recordó la felicidad como primera sensación al grabar la película. “Nunca se nos había presentado algo así. Entonces, disfrutarla y agarrarla con todas las energías. Hemos aprendido que uno no es más que nadie. En esta vida uno no puede menospreciar a nadie. Uno puede ir sucio o mal vestido, pero todos somos iguales”.
Al preguntarles sobre cómo crearon sus personajes, Andrés Castañeda contó: “Nosotros no éramos ni siquiera conocidos. Cuando llegué al casting, en San Ignacio, vi a los demás actores así todos pillos, y dije ¿a cómo? Menos mal no pusieron aquí locas sino con gente que ha sufrido como yo. ¿Si pilla?”.
Cristian Campaña conoció a Brahian en un internado llamado ‘El Diagnóstico’. Ahí hicieron el casting para la película. “Estuvimos en el internado por problemas en la casa que ni quiero contar”, dijo el joven al cederle el micrófono a Brahian que increpó: “Ingresé al internado porque estuve en malos pasos manito. A consumir y vender droga. Pero qué digo manito, gracias a Dios pude salir de eso, y estamos acá triunfando”.
Al preguntarles a los jóvenes ¿por qué cree que es importante hacer este tipo de películas?, respondieron que para calmar las violencias en los ‘pelados’, para reflexionar sobre las personas que la están pasando mal en estos momentos, tirados en la calle por culpa de otros. Para recordar que no todas las películas son de risa.
¿El cine puede cambiar vidas?
Los reyes del mundo es un filme desgarrador, como todos los que han contado el conflicto armado y la violencia en Colombia. Una película que no nombra directamente a los actores o problemas estructurales que sufren sus personajes, pues se muestran como atmósferas dentro de ella. Por ser una realidad palpada cada día tal vez no sensibilice tanto al público colombiano, pero sí cautivará al europeo y, tal vez también lo haga con el anglosajón cuando llegue como película seleccionada para representar a Colombia en los Premios Óscar 2023.
La directora Laura Mora contó, para la prensa en general, sobre cómo se ganó la confianza de este grupo de jóvenes: “Yo no puedo, y sería además irresponsable de mi parte, garantizar que la experiencia de hacer una película le puede cambiar la realidad a alguien […]. Seguro esta experiencia para ellos y para nosotros será inolvidable, y espero que sea inspiradora, pero no puedo garantizarles que les cambie sus realidades. En esa honestidad también se construye confianza”.
Así Los reyes del mundo no sea una historia esperanzadora, sí propició una puerta de reflexión a estos jóvenes actores naturales, caminadores de las calles de Medellín, para pensar y proyectarse otra posibilidad de vida. Así sepan que tanto los problemas de su realidad cotidiana, como los del despojo de tierra y otras realidades retomadas en la película, por el momento, persistan.
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