Monedas corruptas

Hace más de un siglo la mayor preocupación de Lenin era que la revolución se perdiera en discusiones económicas orientadas a mitigar los problemas de los trabajadores. Nuestro líder se sentiría bastante decepcionado al ver que los jóvenes de ahora parecen estar más interesados en discusiones sobre sistemas monetarios que en cosas como la revolución comunista o la música punk. Los noticieros están plagados de información sobre el banco central, la dolarización y la inflación, aunque ocasionalmente tratan sobre alguna criptomoneda que parezca al menos un poco “revolucionaria”.

Hoy el mundo es muy diferente a lo que supo ser a principios del siglo XX. El planeta se ha electrificado tanto como alguna vez lo soñó Lenin. Con las criptomonedas el dinero se ha vuelto indistinguible de la electricidad, además, tenemos autos eléctricos y un ejército de satélites orbitando para garantizar el acceso a internet. Pero, mientras vemos grandes avances tecnológicos, no escuchamos ninguna noticia importante sobre el comunismo. Nuestras condiciones materiales ya no son las mismas y ha emergido un nuevo sistema de clases con sus propios conflictos. La propiedad tampoco es lo que era, en algún punto se ha yuxtapuesto con la privacidad y ahora todo parece tratarse de liberar información o vectorizarla.

Al parecer repetir las mismas ideas de Lenin no va a funcionar para resolver nuestros problemas. Quizás deberíamos tener presente que cuando él se enfrentó a la realidad tuvo que dar un par de pasos atrás en su camino revolucionario y admitir que las cuestiones políticas no pueden simplemente extirparse de las económicas. Entonces, podríamos empezar a preguntarnos ¿qué hacer? Ese abordaje funcionalista, genuinamente preocupado por la revolución, nos ayudaría a indagar si las criptomonedas pueden servir para algo y cuál podría ser su rol en una Nueva Política Económica.

¿Podrían servirnos para retirarnos de los mercados internacionales o para ir más rápido en su dirección? No voy a ser yo el encargado de responder esas grandes preguntas. Mis conocimientos de marxismo y economía son bastante vulgares, además, no estoy seguro de considerarme un experto en criptomonedas. De todas maneras, seamos sinceros ¿qué sería exactamente un experto en criptomonedas? Para mí eso suena a algo así como un estafador inescrupuloso que utiliza los clásicos esquemas Ponzi encubierto bajo la retórica de la ideología californiana, o a un liberal tecnófilo que cree haber encontrado la solución técnica para mantener a salvo la propiedad privada y garantizarle un futuro más allá de todos nuestros problemas humanos.

Pero, las criptomonedas no solo han llamado la atención de gente como Cositorto y Maslaton, para nombrar solo dos de nuestros exponentes más populares que bien podrían ser los coloridos representantes locales de figuras oscuras y atrapantes como Elon Musk y Nick Land. Camaradas genuinamente identificados con algún tipo extraño de marxismo como Mark Alizart, Nick Srnicek, McKenzie Wark o Steven Shaviro también manifestaron enérgicamente su interés en el tema y parecen comprometidos con la tarea fundamental de reintroducir una dimensión revolucionaria en las discusiones o, al menos, están dispuestos a amigarse con la tecnología y las ideas de futuro. Tal vez deberíamos seguirlos.

Las criptomonedas prometieron desmantelar el poder de los Estados, pero las instituciones tienen cada vez más poder. La propiedad privada está lejos de abolirse y se está transformando en algo tan absurdo que no sería descabellado verla colapsar por sus propias contradicciones. Lenin nos advirtió algo de esto en una cita que hoy podríamos leer como si se tratara del estribillo de alguna de esas canciones punk que nos hacen falta, quizás así sus palabras suenen mejor: ¡Para destruir al capitalismo hay que corromper su moneda!

Por Mario Scorzelli, artista.

Información adicional

A propósito de Criptomonedas
Autor/a: Mario Scorzelli
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Fuente: Página12

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