La publicación británica especializada en economía alertó en un reciente artículo sobre la agudización de protestas contra los planes del FMI en todo el mundo, las comparó con las de la década de 1980 y señaló que algunas de ellas han llegado a tirar gobiernos. Argentina comparte similitudes con muchos de los casos.
La influyente revista británica The Economist publicó este jueves un artículo bajo el título “El FMI tiene un problema de protestas”, en el que alerta sobre el creciente rechazo que las políticas del organismo están generando alrededor del mundo, las compara con las de la década de 1980 y advierte que algunas de ellas están acabando con la caída de los gobiernos que las aplican. ¿Argentina en la mira?
El artículo señala que “los últimos meses han sido tumultuosos para las políticas del Fondo Monetario Internacional. En junio, miles de personas salieron a las calles en Kenia después de que el presidente William Ruto anunciara los recortes de gasto necesarios para convencer al FMI de que desembolsara el último tramo del rescate de 3.000 millones de dólares del país. Dos meses después, Sheikh Hasina, primera ministra de Bangladesh, que también tiene un programa con el FMI, fue destituida” en medio de una ola de movilizaciones en su contra. Allí, “la popularidad de Sheikh Hasina se había desplomado desde mayo, cuando, a petición del Fondo, flexibilizó la paridad móvil del taka, la moneda de Bangladesh, que luego comenzó a depreciarse. La inflación anual saltó del 9,7% en junio al 11,7% en julio, a medida que aumentaba el costo de los alimentos, el combustible y otros productos básicos importados”.
Economist también reseña las protestas en Pakistán, donde el Gobierno llegó a prohibir las reuniones en Islamabad, la capital, en un intento de evitar las movilizaciones, y recuerda que el año pasado se produjeron violentas revueltas en Ghana y Sri Lanka, cuando los gobiernos de esos países estaban en camino a reestructurar la deuda contraída con el FMI. Lo mismo que está haciendo actualmente el Gobierno argentino de Milei.
Las protestas de este año también se extendieron a Nigeria, donde la juventud protagonizó movilizaciones multitudinarias. El presidente Bola Tinubu ganó las elecciones prometiendo un cambio con una “política de shock” que supuestamente iba a terminar con la crisis económica que arrastra el país. Sin embargo, el plan exigido por el FMI para llevar adelante esa “terapia de shock” fue la liberalización del mercado de cambios y la eliminación de los subsidios al petróleo y la energía. Esto no hizo más que disparar el costo de vida, que ha aumentado desde que el presidente Bola Tinubu llegó al poder en mayo de 2023, y acelerar la inflación que alcanzó un máximo histórico del 33,95 por ciento en junio. Mientras los salarios permanecen congelados, el aumento de los precios de productos básicos como el arroz, el maíz y el ñame, los ha vuelto imposibles de adquirir para la mayoría. El presidente insiste en que los cambios son necesarios para mantener el país a flote y ha pedido “tiempo” para que las reformas “surtan efecto y mejoren la economía”. Cualquier semejanza con las promesas de Milei en Argentina no son pura coincidencia.
La publicación británica recuerda que “Hubo una época en que esas protestas eran habituales. Durante los años 1980, el fondo era una institución siempre dispuesta a insistir en medidas severas. [A pedido del FMI] en 1984 los gobiernos de Medio Oriente eliminaron los subsidios al pan y otros productos básicos, que habían agotado las reservas. Los precios de los alimentos se dispararon y la violencia estalló en todas partes, desde Egipto hasta Túnez. En 1988, hubo manifestaciones en todo el mundo mientras el fondo celebraba su reunión anual en Berlín Occidental. Los burócratas del organismo nunca vacilaron: la reforma estructural era más importante que la popularidad”.
En la última década el organismo ha buscado mejorar su imagen con fórmulas que incluyen palabras como “equidad” o “crecimiento” para revestir con un nuevo manto las clásicas políticas de ajuste: “reducir el tamaño del Estado, dejar de imprimir dinero y privatizar las empresas más importantes”. Más allá de que el FMI busque nuevas formas de presentarse “Las reformas económica son tan dolorosa ahora como lo fueron hace cuatro décadas”.
En este marco, The Economist termina señalando el dilema que implica para el FMI mantener los planes a costa de la caída de gobiernos o flexibilizarlos y enviar dinero a presidentes cuya aprobación se empieza a caer por la misma aplicación de los planes.
En Argentina la fórmula de prestar dinero a un Gobierno en crisis ya se probó bajo el mandato de Macri con un préstamo récord de 45.000 millones de dólares que fue utilizado para la fuga de capitales por parte de los amigos del poder y que hipotecó el futuro de los argentinos por varias décadas. Esta deuda odiosa e ilegal fue validada bajo el Gobierno de Alberto Fernández por el peronismo y la oposición en el Congreso que aceptó las negociaciones para una reestructuración y pago completo dejando impunes a los responsables de haberlo pedido y luego fugado.
El Gobierno de Milei fue un paso más allá al aclarar que su plan de “shock” sería más fuerte que el exigido por el FMI y tras la consigna “No hay plata” avanzó en un ataque brutal a los trabajadores, los jubilados, la salud y educación pública y los sectores más empobrecidos de la sociedad.
Sin embargo, mientras repite que “No hay plata”, el Gobierno de Milei ya pagó más de 13.000 millones de dólares en concepto de deuda. Todo lo que sacó de los bolsillos de los sectores agraviados de la sociedad fue a parar a las arcas del FMI.
Las condiciones que vive hoy Argentina son muy similares a las de los países donde estallaron protestas: alta inflación, aumento de precios de los productos básicos, energía, combustibles y servicios, y el consecuente aumento del costo de vida. Todo esto provoca, al igual que en Nigeria, Kenia o Bangladesh aumento de la pobreza, la desocupación y de la informalidad, afectando principalmente a los más jóvenes, que fueron los que motorizaron los estallidos en esos países.
El silencio sobre el carácter odioso y fraudulento de la deuda por parte de todas las principales fuerzas políticas, desde el oficialismo hasta el peronismo, que tienen acuerdo en pagar al FMI sin importar las consecuencias, ocultan la enorme mentira del Gobierno de Milei al decir que “No hay plata”, evitando denunciar la fuga masiva de reservas destinadas al pago de la deuda.
Las condiciones que estos planes de ajuste extremos ya han producido grandes manifestaciones en el país. Los trabajadores, los jóvenes, los estudiantes y los jubilados han venido demostrando una extraordinaria predisposición a salir a las calles cada vez que son convocados. Sin embargo, la CGT y la oposición llaman a acciones simbólicas o directamente se niegan a convocar movilizaciones para derrotar el ajuste y el plan del Gobierno, bajo la excusa de que “no hay efervescencia” en la gente.
La publicación británica The Economist parece ser más seria en su diagnóstico que la burocracia sindical y los dirigentes peronistas en Argentina. Los planes de ajuste extremos han vuelto a traer manifestaciones alrededor del mundo, y en algunos casos estas protestas no se contentan con migajas sino que van por todo, tirando en su camino los planes y a los gobiernos que lo aplican.
¿Seguirá Argentina en la lista?
Jueves 12 de septiembre
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