El balance del primer cincuenta por ciento del mandato encabezado por Gustavo Petro resulta agridulce: las principales reformas, en pro de una sociedad más justa, permanecen en el congelador; la Paz Total, el objetivo más pretencioso de su agenda programática, no logra desenredar los nudos que el mismo propósito y la forma para llevarla a cabo porta consigo; su relacionamiento con los movimientos sociales, autocontenidos en la crítica y la acción en pro del bienestar de las mayorías, los lleva a la postración, perdiendo su autonomía, lo mismo que su capacidad de crítica y de acción por vía propia; la prioridad dada a los acuerdos por arriba, con alianzas poco santas con sectores del establecimiento, si bien le han servido para vadear aguas bravías, también han sido la puerta para la prolongación de la corrupción y otros males que carcomen la gobernanza y legitimidad de este gobierno, y tienden una extensa sombra sobre la izquierda como real alternativa para superar los cien y más años de soledad que como yunque aprietan, hasta quitar el aliento, a la sociedad colombiana.
Al mismo tiempo, el presidencialismo que ha reinado siempre en el país le da pauta al Jefe de Estado para potenciar un liderazgo que raya en el caudillismo, bloqueando así el necesario estímulo al reencauce de la democracia realmente existente en el país, carcomida por la concentración de la riqueza y un capitalismo voraz, especulativo y rentista, que va de la mano con el poder terrateniente, aún preponderante en diversas regiones del país.
Entre los factores que suman a su favor, descuella el cambio de estrategia en la lucha antinarcóticos, enfocada ahora en los realmente narcos y no en quienes siembran la hoja de coca, dejando a un lado la militarización y la represión; asimismo, el énfasis en la agenda medioambiental, que llama a la sociedad a ser consciente del necesario cambio en producción, mercadeo, usos y consumos, que se deben asumir para aportar el necesario grano de arena en la contención del colapso ambiental global, amenaza real de la existencia de la especie humana; también, la esperanza que Petro siembra con su palabra en segmentos de la sociedad colombiana, como en otros sectores de la misma, con el reajuste en porcentajes de los subsidios oficiales para paliar en algo el empobrecimiento y la miseria que golpean a miles de hogares; una protectora política pública de los derechos humanos, con respeto a la protesta social, la valoración de los negados y excluidos de siempre, así como la visibilización de las víctimas de falsos positivos y de otras operaciones militares, encubiertas o no, llevadas a cabo por agentes al servicio del Estado.
De ello y mucho más, con diferentes énfasis, da cuenta el conjunto de artículos que integran el informe que ensambla el cuerpo central de la presente edición del periódico desdeabajo, que complementa la edición de julio. Ambas son insumos para la reflexión y el debate sobre lo que nos enseña la mitad vivida con el Gobierno del Cambio, proyectando luces sobre lo que debiera hacerse en la otra mitad que resta de existencia, para que su legado vaya mucho más allá del 7 de agosto de 2026.
Artículos relacionados
Leave a Reply