Hijo intelectual y dilecto de Freud, luego disidente expulsado del círculo íntimo del maestro, Wilhelm Reich fue, para muchos, un psicoanalista maldito. Pionero de las terapias corporales, revolucionó la sexología con la teoría sobre la función del orgasmo. Desprestigiado y prohibido, murió en una cárcel de Estados Unidos a donde había llegado huyendo del nazismo para continuar sus investigaciones sobre la energía vital, que él llamaba orgón.
Wilhelm Reich nació en una familia judía y acomodada que vivía en una zona rural de la actual Ucrania, por entonces parte del imperio austrohúngaro. El padre le puso el nombre en homenaje al emperador de Alemania, pero la madre prefería llamarlo Willi, quizá para protegerlo de la cólera de ese hombre celoso y autoritario que tenía por marido. Próspero criador de ovejas, León Reich trataba mal a todo el mundo, fuera familia, empleados o vecinos. El niño creció aguantando en silencio las penitencias y las bofetadas del padre. Solitario por obligación, aprendió en casa y de los padres las primeras letras hasta que León contrató a un preceptor.
Una tarde el pequeño Willi descubrió que el preceptor era también el amante de su madre. Aunque lo devoraban los celos, se cuidó de no contarle nada al señor Reich. Después de todo, la madre era el único refugio en el mundo sombrío y hostil de la casa familiar. Hasta que para vengarse de ella por una tontería, la traicionó denunciando la infidelidad. Sobrevino la catástrofe. Reproches, golpes y gritos. La mujer intentó suicidarse con veneno pero el marido la salvó sólo para seguir atormentándola. Willi terminó pupilo en una pensión de familia, y tuvieron que internarlo para tratarlo por una soriasis severa. Determinada a poner fin a una vida de reclusión y violencia, la madre logró irse para siempre en el tercer intento. Durante mucho tiempo el sentimiento de culpa atormentará al muchacho de 14 años que tres años más tarde perderá también al padre.
Socorro obrero.
Luego de la Primera Guerra Mundial Reich empezó a estudiar medicina, se interesó en el psicoanálisis y se convirtió en uno de los discípulos más apreciados de Freud, quien le derivó a sus primeros pacientes. Unos años después el maestro ya se refería a él como “la mejor cabeza” de la Asociación Psicoanalítica de Viena. En 1921 llegó a la consulta una hermosa muchacha, con quien se casó al terminar el tratamiento (“Un hombre joven, de menos de 30 años, no debería tratar pacientes del sexo opuesto”, escribió en su diario). Por esa época profundizó el estudio de la sexualidad (“he llegado a la conclusión de que la sexualidad es el centro en torno al que gravita toda la vida social, tanto como la vida interior del individuo”) y siguió devoto a su mentor.
En ocasión de la fiesta de los 70 años de Freud le ofreció como regalo La función del orgasmo. Mucho más tarde de lo que esperaba recibió una respuesta lacónica del maestro. Fue el primer signo de que las cosas con él no iban bien. Diferencias teóricas (la teoría de Reich sobre el origen sexual de la neurosis) y políticas (su acercamiento a la cuestión social y al marxismo) hicieron el resto.
El 15 de julio de 1927 Reich y Annie, su mujer, presenciaron la represión de una manifestación de trabajadores que dejó cien muertos y más de mil heridos. La conciencia social de Reich había comenzado a forjarse como médico en el hospital público, pero la brutalidad de la actuación policial lo decidió a tomar partido. Se afilió al Socorro Obrero, organización del Partido Comunista austríaco, y comenzó a trabajar la idea de que marxismo y psicoanálisis eran complementarios (“Marx es a la ciencia económica lo que Freud a la psiquiatría”). Empezó a hablar en actos callejeros, repartía volantes, enfrentaba a la policía. Hizo amistad con un tornero, un muchacho más joven que él llamado Zadniker, de quien aprenderá tanto o más que en la universidad. Con Zadniker se asomó a la miseria sexual y las relaciones amorosas en la clase obrera, y conoció el efecto devastador de la desocupación en las relaciones familiares. Compró un camión y lo equipó como una policlínica ambulante, y dedicó los fines de semana a recorrer los barrios pobres de la ciudad junto a un pediatra y un ginecólogo: atendían niños, mujeres, jóvenes y daban clases de educación sexual.
Nada podía ser más ajeno a Freud que la militancia política de Reich. Le advirtió que estaba metiéndose en un avispero y que la función del psicoanalista no era cambiar el mundo. Pero él ya estaba lejos del maestro, viviendo en Berlín, preparándose para publicar el ensayo “Materialismo dialéctico y psicoanálisis” y viajar a la Urss.
Sexualidad proletaria.
Aunque en Moscú no encontró un ambiente favorable a las teorías psicoanalíticas, regresó convencido de que la explotación capitalista y la represión sexual eran complementarias. En 1931 fundó la Asociación para una Política Sexual Proletaria. La “Sexpol”, como se la conoció, llegó a reunir a 40 mil miembros en torno a un programa que casi un siglo después mantiene vigencia: legalización del aborto, abolición del adulterio, de la prostitución, de la distinción entre casados y concubinos, pedagogía y libertad sexual, protección de los menores y educación para la vida. Para editar y difundir materiales de educación creó su propia editorial. Cuando tu hijo te pregunta y La lucha sexual de los jóvenes fueron dos de los folletos más exitosos en los que explicaba en lenguaje llano y sin prejuicios los tabúes de la vida sexual: orgasmo, aborto, masturbación, eyaculación precoz, homosexualidad.
El primer día de enero de 1932, a renglón seguido de un comentario sobre el agravamiento de la gastritis que padecía, Freud anotó en su diario: “Medidas contra Reich”. Entendía que su afiliación al partido bolchevique le restaba independencia científica y lo colocaba en una situación equivalente a la de un miembro de la Compañía de Jesús.
Dos días después del incendio del Reichstag, el diario oficial del Partido Nacional Socialista publicó una crítica contra La lucha sexual de los jóvenes. La prédica libertaria también le valió la reprobación de su partido, pues los comunistas temían que el interés por las cuestiones del sexo debilitara el compromiso político de sus militantes. Primero retiraron sus publicaciones y luego lo expulsaron del partido. Poco después la Gestapo lo fue a buscar a su casa.
Psicología de masas del fascismo.
La primera escala del exilio que terminaría en Estados Unidos lo llevó a Copenhague, luego a Malmö, en Suecia, y más tarde a Oslo. Publicó La psicología de masas del fascismo, una obra que le dio celebridad, en la que analizaba la relación entre la familia autoritaria, la represión sexual y el nacionalsocialismo. La comunidad psicoanalítica lo excluyó, y empezó a circular el rumor de que estaba loco. A propósito escribió: “Los dictadores directamente expulsan o matan. Los dictadores democráticos asesinan furtivamente con menos coraje y sin asumir la responsabilidad de sus actos”.
En ese período se dedicó a estudiar la naturaleza bioeléctrica de la angustia y del placer. Volvió al laboratorio y al microscopio. A fines de mayo de 1935 escribió en una entrada de su diario: “Éxito total de la experimentación. La naturaleza eléctrica de la sexualidad está probada”. A principios del año siguiente fundó el Instituto Internacional de Economía Sexual para las Investigaciones sobre la Vida, donde reunió a un equipo multidisciplinario de médicos, psicólogos, pedagogos, artistas, sociólogos y laboratoristas. Ese año también conoció al pedagogo inglés Alexander S Neill, fundador de la escuela de Summerhill, con quien forjó una larga amistad personal e intelectual. Reich se interesaba en su pedagogía y él en los estudios sobre la psicología de masas del fascismo. En esa época publicó el artículo “¿Qué es el caos sexual?”, que los estudiantes de Nanterre retomarán como programa político en mayo de 1968, divulgándolo en volantes.
Las investigaciones y el proselitismo en materia de libertad sexual complicaron su situación en Oslo. En 1938, a través del psiquiatra estadounidense Theodor P Wolfe, consiguió un contrato como profesor en la Nueva Escuela de Investigación Social, de la Universidad de Nueva York, que recibía universitarios europeos perseguidos. En agosto del año siguiente desembarcó en la ciudad donde ya vivían su ex mujer y las dos hijas.
Acumuladores de orgón.
Abandonó el psicoanálisis y se concentró en investigar la relación de la psiquis con el sistema nervioso y el cuerpo. Empezó a trabajar los conceptos de “coraza muscular” (agarrotamiento, tensión) que se correspondían con los de “coraza caracterial” (producto de la represión de los sentimientos). Introdujo prácticas de terapia corporal en la consulta (masajes, abrazos, respiración, estiramiento) para ayudar al paciente a liberarse. Decía que el cuerpo necesitaba contraerse y expandirse en movimientos equivalentes a los de una medusa, y que las corazas y bloqueos impedían el movimiento, originando enfermedades.
Postuló la existencia de una energía vital, el orgón, que determinaba el funcionamiento del cuerpo humano y también estaba presente en la atmósfera. Creó dos instrumentos: el orgonoscopio, dispositivo para medir la energía, y el acumulador de orgón, especie de caja de madera revestida interiormente por capas de metal y material orgánico para atraer y concentrar el orgón. Primero fueron pequeños acumuladores donde colocó ratones con cáncer. En 1940 creó el primer acumulador de tamaño humano, una caja con aspecto de armario en la que uno podía sentarse. Sostenía que en una sesión dentro del acumulador el paciente absorbía orgón del aire que respiraba dentro de él y que esto tenía un efecto beneficioso para el sistema nervioso, los tejidos y la sangre.
Sin apoyo de la comunidad científica, sus investigaciones empezaron a ser tildadas de delirios y él de charlatán. Buscó el respaldo de Einstein, a quien le presentó su trabajo y le ofreció un acumulador, que instaló en su casa. El científico desechó el resultado de sus experiencias y la relación terminó en disputa. Mientras tanto había comenzado a tratar de forma experimental a enfermos de cáncer con la convicción de que el acumulador podía mejorar su capacidad para combatir la enfermedad. Otros enfermos se sumaron voluntariamente al tratamiento. Reich constató notables mejoras en el estado general y un descenso en los dolores de los pacientes. En 1946 compró un terreno al borde del lago Mooselookmeguntic, un edén al norte del país, en el estado de Maine, en la frontera con Canadá. Un sitio de bosques y montañas donde el contacto con la naturaleza era intenso. Allí instaló su vivienda y el laboratorio, un conjunto de edificaciones que pronto los vecinos llamaron “La casa de Frankenstein”. En 1945 se casó con una colaboradora, Ilse Ollendorf, con quien vivía desde tiempo atrás. Un año antes había nacido su hijo Peter, y un año después obtuvo la ciudadanía estadounidense.
En la mira del FBI.
Inventando amigos comunes y con el pretexto de que tenía un mensaje para darle, la periodista Mildred Edie Brady logró franquear los filtros que Ilse ponía para salvaguardar a Reich. La recibió, recorrieron juntos el laboratorio y le mostró sus acumuladores de orgón. En abril de 1947 Brady publicó un artícu¬lo en Harper’s Magazine titulado “El nuevo culto del sexo y la anarquía”, por el que se haría famosa. Un mes después retomó el tema en The New Republic con “El extraño caso de Wilhelm Reich”. Brady afirmó que la ciencia desaprobaba sus actividades y conclusiones, que tenía más pacientes de los que podía atender y una influencia “mística” y perjudicial en los jóvenes. Fue el inicio de una campaña de desprestigio a la que se sumaron otras publicaciones. La prensa convirtió a los acumuladores en “cajas de sexo” y a la terapia corporal en sesiones de masturbación a los pacientes. En agosto recibió la primera inspección de la Administración de Alimentos y Medicamentos (Fda).
En los años siguientes Reich continuó publicando (Escucha, pequeño hombrecito, 1948, El análisis del carácter, 1949) e investigando, en particular los efectos de las radiaciones nucleares y las posibilidades de neutralizarlas. Para ello colocó una muestra mínima de radio en un acumulador, pero el efecto provocado fue el contrario del que buscaba. El acumulador amplificó la radiactividad, con consecuencias negativas para él y sus colaboradores. Su hija Eva, médica e investigadora, sufrió una bradicardia severa. El resto del equipo volvió a mostrar los síntomas de enfermedades que habían padecido antes. Todos, incluido Reich, presentaron alteraciones emocionales. Poco después, Ilse decidió dejar la casa con el pequeño Peter.
Para limpiar el lugar de la energía tóxica, que llamó Dor (por deathorgone), creó el “Rompe nubes”, una máquina de seis tubos en línea apuntados al cielo. A partir de ella hizo, con éxito, experimentos para provocar lluvia en la región donde vivía, afectada por una larga sequía. Inagotable, pensó en probarla en el desierto y en adaptarla, reduciendo el tamaño, para extraer el Dor de un cuerpo humano enfermo.
Paranoico con delirios de grandeza.
A pedido de la Fda, la justicia del Estado de Maine inició una acción contra Reich y su fundación. Le prohibieron trasladar acumuladores a otros estados y calificaron las investigaciones de expedientes publicitarios. Lo acusaron de charlatán y de obtener beneficio económico de la credulidad de los enfermos. El 19 de marzo de 1955 un juez ordenó retirar de circulación y destruir los acumuladores, quemar las publicaciones que hicieran referencia al orgón y, aunque sin relación con lo anterior, también prohibió las ediciones de La psicología de masas del fascismo y El análisis del carácter.
En octubre Reich viajó a Tucson, en Arizona, para, como informó a la justicia, estudiar la energía de orgon en la atmósfera en zonas desérticas. Luego de semanas de intenso trabajo en el desierto lograron hacer llover. Se proponía repetir el experimento en California, cuando el 1 de mayo de 1956 lo detuvieron.
El psiquiatra que lo examinó en la prisión dictaminó que no podía ser objeto de juicio pues se trataba de un enfermo mental: “Manifiesta paranoia con delirio de grandeza y de persecución e ideas de influencia”. La justicia, sin embargo, entendió que estaba en condiciones de ser juzgado. Lo condenaron a dos años de prisión y a pagar una multa de 10 mil dólares.
Dicen los testimonios que fue un preso ejemplar, que se adaptó bien a la disciplina de Lewisburg y que el único privilegio que reclamaba era bañarse con frecuencia para aliviar la soriasis que no lo abandonaba desde los tristes días de la infancia.
El 3 de noviembre de 1957 lo encontraron muerto en su celda. Dos días después iba a asistir a la audiencia donde el juez debía decidir sobre su pedido de libertad condicional. Reich dormía vestido, sin zapatos, sobre la cama tendida. Lo velaron en el observatorio de Orgonon, en Rangley, donde hoy está el museo que lleva su nombre.
Freud sí, Reich no
“Acá todos estamos dispuestos a asumir riesgos por el psicoanálisis, pero no ciertamente por las ideas de Reich, que nadie suscribe. Con relación a eso, he aquí lo que piensa mi padre: si el psicoanálisis debe ser prohibido, que lo sea por lo que es no por la mescolanza de política y psicoanálisis que hace Reich. Por otro lado, mi padre no se opondría a sacárselo de encima como miembro de la asociación.”
Carta de Anna Freud a Ernest Jones, presidente de la Asociación Internacional de Psicoanálisis y biógrafo de Freud. 27 de abril de 1933.
Deseo sexual versus autoritarismo
“La familia autoritaria no está fundada sólo en la dependencia económica de la mujer y los hijos con respecto al padre y marido, respectivamente. Para que unos seres en tal grado de servidumbre sufran esta dependencia es preciso no olvidar nada a fin de reprimir en ellos la conciencia de seres sexuales. De este modo, la mujer no debe aparecer como un ser sexual, sino solamente como un ser generador. La idealización de la maternidad, su culto exaltado, que configura las antípodas del tratamiento grosero que se inflige a las madres de las clases trabajadoras, está destinada, en lo esencial, a asfixiar en la mujer la conciencia sexual, a someterla a la represión sexual artificial, a mantenerla a sabiendas en un estado de angustia y culpabilidad sexual. Reconocer oficial y públicamente a la mujer su derecho a la sexualidad conduciría al hundimiento de todo el edificio de la ideología autoritaria.”
De La psicología de masas del fascismo.
¿Qué es el caos sexual?
Es apelar en el lecho conyugal a los deberes conyugales.
Es comprometerse en una relación sexual de por vida sin antes haber conocido sexualmente a la pareja.
Es acostarse con una muchacha obrera porque “ella no merece más”, y al mismo tiempo no exigirle “una cosa así” a una chica “respetable”.
Es hacer culminar el poderío viril en la desfloración.
Es castigar a los jóvenes por el delito de autosatisfacción y hacerles creer que la eyaculación les debilita la médula espinal.
Es tolerar la industria pornográfica.
Es soñar a los 14 años con la imagen de una mujer desnuda y a los 20 entrar en las listas de los que pregonan la pureza y el honor de la mujer.
¿Qué no es el caos sexual?
Es liberar a los niños y a los adolescentes del sentimiento de culpa sexual y permitirles vivir acorde a las aspiraciones de su edad.
Es no traer hijos al mundo sin haberlos deseado ni poderlos criar.
Es no matar a la pareja por celos.
Es no tener relaciones con prostitutas sino con amigas de tu entorno.
Es no verse obligado a hacer el amor a escondidas, en los corredores, como los adolescentes en nuestra sociedad hoy, cuando lo que uno quiere es hacerlo en una habitación limpia y sin que lo molesten.
Wilhelm Reich
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