Medellín, “ciudad innovadora”, no logra quebrar la racha de violencia y muerte que la consume. Sus organizaciones sociales no desisten de su esfuerzo por cambiar el rumbo de la urbe, e insisten en articularse y construir proyectos comunes. Un reciente foro realizado por iniciativa de algunas de ellas, así lo propone.
¡Vaya paradoja! Ahora resulta que Medellín es la “ciudad más innovadora del mundo”. En medio de un intenso conflicto social, con cifras de violencia –ver recuadro– que no amainan a pesar de las obras y el cemento que rellena calles y montañas, la capital de Antioquia es reconocida a nivel internacional.
¡Increíble! Pero así se miden las potencialidades y logros en los concursos mundiales. Lo social poco aparece, pero sí el cemento. ¿Por qué la innovación no ha podido minimizar hasta lo “normal” el conflicto que nos ahoga? ¿Por qué la innovación no ha podido romper los indicadores de desigualdad social, de concentración de la riqueza y multiplicación de la pobreza? Entonces. si la innovación no sirve para esto, ¿para qué sirve?
Pero la situación real de Medellín, la que sufre y padecen miles de familias que han tenido que pegarse a los filos de sus montañas para hacerse a un techo, está agudizada por un modelo de desarrollo urbano cimentado sobre megaproyectos orientados hacia la privatización y la explotación del ambiente, así como a la realización de proyectos urbanísticos, la promoción del turismo, la prestación de servicios y al fortalecimiento de las industrias culturales.
En medio de este complejo panorama, buscando que en el futuro cercano la vida sea más amable con quienes hoy se ven excluidos y negados de las mieles de la “innovación”, algunas organizaciones sociales y comunitarias intentan articularse. Desde los Festivales comunitarios por la vida, estas se han venido encontrando, construyendo confianzas, intercambiado potencialidades y conocimientos, y su disposición para la movilización social y las luchas por la vida digna. De este modo, crean un ambiente propicio para actuar de manera conjunta. Su potencial: poner en juego ante la ciudad las propuestas políticas construidas por los procesos comunitarios frente a los territorios, el desarrollo local, la exigibilidad de los derechos humanos y la paz con justicia social.
Al abordar estas preocupaciones comunes, y la manera de encarnarlas, estas organizaciones dispusieron el 26 de febrero la realización de un primer foro (Comunidades, conflictos y territorios. Modelo de ciudad para Medellín), que además del diagnóstico de la ciudad, deje para todos/as ideas sustanciales para construir una agenda social común de ciudad.
El intercambio de ideas
En su desarrollo, el foro contó con la intervención, inicial, del ambientalista Martín Román. Entre los temas abordados, vale la pena resaltar: la privatización del espacio público, el desarrollo regional, el modelo de ciudad y sus consecuencias, los conflictos violentos y los relacionados con el acceso a la ciudad, así como su incidencia en el entramado del sector privado y público. También, se consideraron tópicos relacionados con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el “Cinturón verde metropolitano”, el Sistema Municipal de Planeación y Presupuesto Participativo, el denominado “Plan vial del río” y “Parque central de Antioquia”, los cuales están siendo analizados por las comunidades de las laderas de Medellín que desde ya prevén, serán seriamente afectadas por desalojos, desplazamientos, ruptura del tejido social y desarraigo, entre otras afectaciones.
En el espacio de intercambio de ideas se enunciaron preguntas y consideraciones en torno al conflicto suscitado por el uso del suelo en Medellín. En este sentido, se planteó que desde finales de la década de 1990 se evidencia la creciente pugna entre los intereses privados y los comunitarios, situación que refleja perfectamente la metodología aprobada por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi para la formulación e implementación de los Planes de Ordenamiento Territorial donde prevalece, según una lectura crítica de estos, el uso según la ley, que a su vez propicia su transformación en oferta para el mercado inmobiliario.
De igual manera, se analizó que el modelo de ciudad que predomina en el municipio núcleo del Valle de Aburrá, es un generador de exclusión y fragmentación social, situación que sobresale en los fenómenos de conflicto violento, en la imposibilidad de acceso a la ciudad y en la negación, de facto, del derecho a misma.
Se presentaron, asimismo, intervenciones frente a la vulneración del derecho a la vivienda, a la información, voces que plantearon la necesidad de indagar por datos que se ajusten a la realidad de lo que acontece en los territorios, en términos de las afectaciones de las políticas y proyectos anteriormente mencionados. De igual manera, se sugirió identificar y promover la participación de la ciudadanía y los diferentes liderazgos comunitarios en torno a la problemática descrita, posibilitando así, la recuperación de la memoria, la transformación social, la movilización y el afianzamiento de los debates de ciudad.
Se ratificó en el Foro, además, la necesidad de continuar y avanzar en la construcción de propuestas organizativas, de movilización y articulación comunitaria que posibiliten el fortalecimiento de acciones colectivas en favor de la consecución de vida digna, y que redunden en la construcción de una ciudad realmente incluyente y participativa para todas las personas que la habitan.
El debate hay que continuarlo, con mayor participación y protagonismo comunitario, para que las propuestas lleven a la movilización.
Recuadro
Violencia homicida en Medellín
En el año 2012, la mayoría de las víctimas fueron hombres: 1.163 casos. Los de edades comprendidas entre los 18 y 26 años –con 475 casos– representaron el 39%. El segundo grupo de víctima tenía edades entre los 27 y 32 años, con 245 asesinados, que representan el 20% de total, (Fuente: Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia –SISC–, 2012).
Otra manifestación de esta violencia: los grupos armados ilegales continuaron ejerciendo diferentes formas de control territorial, económico y poblacional, lo que mantiene en vilo la soberanía y gobernabilidad del Estado, así como la pretensión del monopolio estatal de las armas, la seguridad y la justicia, no solo en los territorios en donde la violencia armada es manifiesta, sino también en donde es latente, tal y como acontece en las comunas de la zona nororiental (Comunas 1, 2, 3 y 4) y noroccidental (Comunas 5, 6 y 7), en las cuales se ha presentado una disminución acentuada de los homicidios durante los últimos dos años, pero en donde prevalece el registro de personas desaparecidas (Ver Informe sobre Desaparición y desapariciones forzadas en Medellín 2012).
De acuerdo con la información del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC), en el año 2012 los asesinatos fueron 1249, del total de homicidios la mayoría de las víctimas fueron hombres, con 1.163 casos. De esta cifra, el 39% tenían edades entre los 18 y los 26 años, 475 casos; el 20% entre los 27 y los 32 años, 245 casos; y el 9% entre los 14 y los 17 años, 109 casos.
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