Estimados/as lectores/as compartimos la serie de artículos más leídos durante el 2023. Una relectura necesaria de hechos y proyecciones de diferentes temas tanto nacionales como internacionales. Esperamos que su lectura sea de utilidad.
Ganar el gobierno no es ganar el Gustavo Petro Urrego llevaba en campaña presidencial más de 10 años antes de finalmente conseguir ocupar el solio de Bolívar. Una serie de eventos confluyeron permitiéndole arrebatar a la versión gatopardista de las mismas elites de siempre, encarnadas en Rodolfo Hernández, la oportunidad de renovarse para que todo siguiera igual.
A un año del discurso de posesión presidencial y a 3 de entregar la Casa de Nariño a quien le suceda, sin descartar la posibilidad siempre latente que cuaje un golpe de Estado duro en su contra, vale la pena tener en cuenta el poderoso poder Ejecutivo construido por las elites bajo la proyección que nunca saldría de su control, principal razón de la oposición rabiosa que hoy expresan ante los proyectos reformistas y de su disposición a quemarlo todo por recuperar el control absoluto de todos los hilos del gobierno y del poder.
La oposición al gobierno y las cloacas del Estado
Una oposición que no solo se ubica en el Congreso de la Republica sino también en el poder mediático corporativo, e igual de importante, en las cloacas del Estado, como manifestación innegable de lo sabido desde tiempo atrás –así ha quedado refrendado en estos primeros 12 meses–: ganar el gobierno en cualquier sociedad no es ganar el poder.
Una oposición ejercida por “poderes de facto”, como les caracteriza Gustavo Petro –con lo cual se refiere sobre todo a los grandes poderes económicos y mafiosos–, a lo cual debe agregarse, en esa inmensa máquina que es el Estado, las decenas de miles de puestos e instituciones –entre estas la misma fuerza pública con más de 500 mil efectivos–, con muchísima gente utilizando su micro poder burocrático para torpedear cualquier posibilidad de que el anunciado cambio se concrete.
Es gente que lo hace por convicción ideológica, pero también existe otra que hace parte de la nomina de esos grandes grupos económicos o de las organizaciones multicrimen y que ocupan puestos dentro de la estructura del Estado para favorecer sus intereses privados y no estar al servicio del público, como mandata la Constitución.
El mejor ejemplo de esas cloacas del Estado, o por lo menos el ejemplo más visible, es el Fiscal Francisco Barbosa como cabeza de la fiscalía general de la Nación. Lo importante para quien está leyendo esto –y se considera alguien que apoya este proyecto de cambio propuesto por el presidente Petro– es que esas cloacas del Estado en muchísimos casos han demostrado coordinación con el ruido que desde el poder mediático corporativo se hace en oposición al gobierno, como sucede con la Fiscalía de Barbosa, con la dirección que encabeza Vicky Dávila de la revista Semana, propiedad del Grupo Gilinski.
El diagnóstico y sus propuestas
El gobierno lo explica en cada espacio que le dan: las tres variables que nos ayudan a entender los principales problemas que sufrimos como sociedad en Colombia son, en primer lugar, la crisis climática que tiene efectos directos en nuestro territorio; en segundo lugar, la crisis social que desató la implementación del neoliberalismo robustecido por el gobierno de César Gaviria (1990-1994) hacia acá y, en tercer lugar, el conflicto armado.
Para estos tres problemas fundamentales están las propuestas de cambio: por un lado, la justicia ambiental, por otro la justicia social y finalmente la paz total. Ni los tres principales problemas ni sus formulas de solución deben leerse de manera disconexa y no relacionada. Son tres problemas que se superponen, al igual que sus soluciones.
Por ejemplo: las consecuencias de la crisis ambiental que generan los proyectos extractivos en muchos territorios de este país, generan al mismo tiempo desigualdad social y conflicto armado. Por lo tanto, el gobierno propone transitar hacia una economía productiva y abandonar la extractiva de manera paulatina para generar empleos y desarrollo social equitativo, que al mismo tiempo nos permita mitigar los efectos de la crisis climática y no seguir aportando nuestro grano de arena en el escenario global para la misma.
Las equivocaciones.
Errores se cometen en cualquier proyecto colectivo de transformación radical de las sociedades. Los errores no son razón para que los proyectos no sean necesarios ni justos. La política no es una discusión moral sino una discusión sobre qué hacer con el poder, y este Gobierno demostró en este año que tiene toda la intención y voluntad política para volcar las instituciones del Estado colombiano, a pesar de la oposición a su proyecto de transformación, y ponerlas al servicio del público.
El primer problema fue no conseguir una bancada con mayorías absolutas en el Congreso de la República. Eso redujo el margen de maniobra en su posibilidad de transformar radicalmente a Colombia. El ejemplo es como le tocó ceder en su propuesta de reforma tributaria de su pretensión de recaudar 50 billones anuales a solo 20 billones.
El segundo error es que esa bancada del Pacto Histórico tiene muchísimas figuras más preocupadas por la personería jurídica del partido u organización de que provienen, o por su figuración en el escenario mediático y de redes sociales antes que el de actuar de manera coordinada y organizada para usar su corta ventaja en función del cambio propuesto desde el Ejecutivo. Por eso personajes como Alex Flórez no solo fueron comidilla de la revista Semana por su adicción al alcohol y su incoherencia al buscar menores de edad para violarlas bajo la excusa de que eran trabajadoras sexuales, sino que fue al mismo tiempo el responsable por su inasistencia al último debate en el Senado de la no aprobación en último debate del proyecto de Ley que legaliza el uso recreativo de la marihuana, un paso indispensable en la ruta que este país tiene que recorrer para superar la fracasada lucha contra las drogas impuesta por los Estados Unidos y avanzar posiciones en su propuesta de paz total, justicia social y ambiental.
El tercer error es que esos liderazgos del Pacto Histórico, bajo un triunfalismo infantil, creyeron equivocadamente que la victoria circunstancial de Gustavo Petro en su carrera para ocupar la silla presidencial iba a poder replicarse de manera automática y sin mayor esfuerzo en las elecciones regionales por venir. Desoyeron las exigencias de las bases del Pacto en todo el país de que se debían realizar consultas para confeccionar listas únicas a todos los espacios de representación colegiada (jales, concejos y asambleas departamentales) y candidaturas únicas a todos los espacios de gestión ejecutiva (alcaldías y gobernaciones).
Las elecciones regionales serán importantes para el margen de maniobra del proyecto de cambio que alguna vez propuso el hoy Presidente Petro para este país, reunido orgánicamente en el Pacto Histórico. Hoy proyecto de cambio pensado no para los tres años que le quedan como cabeza del Ejecutivo sino para los siguientes 19 años.
¿Qué hacer?, dice quien lea este artículo
A diferencia de las elites que tradicionalmente han gobernado este país con todo el dominio sobre las cloacas del Estado, las mayorías en el Congreso de la República y la hegemonía en el poder mediático y cultural, el actual gobierno y quienes votamos por él tenemos una potencia de la que carecen ellos y es la organización social y popular, el poder constituyente que le da sentido a las instituciones públicas.
Cuando el Presidente convoca a la sociedad a que le acompañe no es solo para hacerlo en las calles en marchas, sino también en cualquier espacio donde se sienta que el gobierno es atacado o vilmente tergiversado con mentiras. Y en tal reto, en todo momento, el Presidente le exige a esa sociedad mayoría de edad pues repite que irá hasta donde la ciudadanía lo acompañe.
Por ahora el Presidente, como jefe de Estado y Gobierno, sigue muy solo. El acompañamiento requerido no se está sintiendo con la fuerza debida, y es clave que se de un giro en ese sentido para que, no desde la lealtad ciega y acrítica –como lo impulsó el uribismo desde el 2002 y hasta el presente– sino desde la izquierda y lo popular se cumpla con el llamado de un brillante pensador marxista que muchos citan pero pocos en la izquierda entienden: “Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza”. Antonio Gramsci.
* Profesor Universidad Javeriana.
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