Prólogo
La actual extensión alcanzada por el hambre (la cual contrasta con el nivel de las posibilidades científico-técnicas existentes para erradicarla) nos revela no sólo que nos encontramos en un mundo con significativos desequilibrios, injusticias e irracionalidades, sino que, también, estamos asistiendo a un peligroso momento de la Humanidad en que nos debatimos entre un avance o una reversión de consideraciones éticas y morales hasta ahora aceptadas.
Resulta increíble que una temática tan sensible para la propia supervivencia de los seres humanos no haya sido resuelta a pesar de que ha sido el objeto de numerosos estudios y eventos políticos y académicos internacionales.
Por el contrario, los análisis más recientes sobre el mantenimiento del hambre y sus secuelas en el planeta, estarían demostrando no sólo la gravedad todavía mayor adquirida por la problemática en tiempos recientes, sino también la increíble falta de voluntad política para enfrentarla por parte de los círculos de poder en las principales potencias mundiales y de los organismos internacionales.
Las razones fundamentales que, en nuestra opinión, explican esta situación son: a) la acentuación de las deformaciones estructurales en la mayoría de las naciones subdesarrolladas del planeta como consecuencia de la aplicación de las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI y el BM; b) el aumento de las disparidades internacionales y la consiguiente extensión de la pobreza, debidas al desarrollo de las tendencias de la globalización neoliberal; c) los avances observados en el deterioro del medio ambiente; d) la utilización sesgada del progreso científico-técnico y e) un avance de las concepciones éticas neoliberales.
Todo esto ocurre a pesar de que el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales llaman a garantizar un nivel de vida adecuado. Adicionalmente, en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y en los Protocolos Adicionales de 1977 es posible encontrar numerosas disposiciones relacionadas con los productos alimenticios, las zonas agrícolas, los cultivos, el ganado, las instalaciones de agua potable, etc.
El estudio de los problemas del hambre y de la desnutrición se remonta a los años 60, período en que es posible encontrar muchos trabajos en los cuales este tema era abordado con mayor o menor rigurosidad científica.
La temática adquirió más atención desde comienzos de los años 70 cuando informes como Los Límites del crecimiento y La Humanidad en la encrucijada, elaborados por sendos grupos interdisciplinarios del Instituto Tecnológico de Massachusetts de Estados Unidos para el Club de Roma, lo identificaron como uno de los principales problemas globales.
Sin embargo, estos primeros estudios padecieron de sustanciales deficiencias teórico-metodológicas en el abordaje del hambre pues se limitaron a un enfoque tecnoeconómico según el cual, los problemas alimentarios del planeta se relacionaban con la incapacidad científica y tecnológica de los países para elevar sostenidamente los niveles de la producción alimentaria con vistas a atender las necesidades de una población exponencialmente creciente. Cuando más, algunos de estos análisis hicieron importantes contribuciones a la comprensión del impacto del hambre y la malnutrición en el denominado ciclo biológico de los seres humanos.
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