No obstante, las discusiones realizadas en el seno de la ONU y en otros cónclaves en torno a los derechos humanos, posibilitó adelantar la idea de que junto a los derechos civiles y políticos deben ser garantizados otros (tan importantes como aquellos): los económicos, sociales y culturales.
Consideramos que la notoriedad adquirida por los derechos económicos, sociales y culturales como otro grupo de derechos humanos (que como ha sido reconocido mantienen un carácter de universalidad, interdependencia e indivisibilidad con los derechos civiles y políticos), posibilitó, primero, la promulgación de la Resolución 41/128 de 1986 sobre el Derecho al Desarrollo y, más tarde, la elaboración de documentos encaminados a la estructuración de otros derechos humanos específicos como el Derecho a una Vivienda y Alimentación adecuadas.
Como indicara el experto noruego Asbjørn Eide, “el derecho a la alimentación forma parte del derecho más amplio a un nivel de vida adecuado (…). La alimentación por sí sola no es suficiente para asegurar una buena nutrición del individuo. El derecho a una alimentación adecuada es un componente necesario, pero no suficiente por sí solo del derecho a una nutrición adecuada (…)”.
Acontecimientos recientes en el campo de la producción y el comercio internacionales están demostrando que los alimentos están siendo convertidos en un elemento de manipulación económica, política, social y científico-técnica, por parte de las principales potencias mundiales.
Además de los ya conocidos problemas económicos (productivos, comerciales y financieros) que presentan la mayoría de los países subdesarrollados para poder adelantar una producción alimentaria de un nivel suficiente para atender las necesidades de sus pobladores y así garantizar su seguridad alimentaria, más recientemente nos enfrentamos a la sesgada utilización que del progreso científico-técnico más moderno realizan las naciones industrializadas y, en especial, sus corporaciones transnacionales.
Mediante el desarrollo de nuevas variedades de plantas y animales a partir de los desarrollos de la genética y la biotecnología, entre otras vías, las referidas naciones han podido lograr el aumento de la producción de bienes agropecuarios con los cuales provocan nefastas consecuencias para las producciones de las naciones subdesarrolladas y sus posibilidades de exportación.
Asimismo son comunes las presiones por parte de los países capitalistas desarrollados y sus corporaciones transnacionales para que las naciones del mundo subdesarrollado acepten la introducción de novedosas variedades de semillas que, en definitiva, redundarán en un aumento de la dependencia respecto de los países centrales, al tiempo que la seguridad alimentaria de aquéllos se debilitará.
Cuando todavía las personas sensibles que habitan el planeta no se han repuesto de noticias que indican que se destruyen cantidad apreciables de alimentos con el único objetivo de mantener los precios, o de los resultados de estudios que señalan la cantidad de recursos que se invierten en producir y/o comprar alimentos para animales, ahora deben enfrentarse a nuevas situaciones que ponen de manifiesto la irracionalidad del actual sistema de relaciones internacionales.
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