Así, asistimos al proceso de la imposición de los transgénicos por parte de las referidas corporaciones, las cuales están comercializando ampliamente una cierta cantidad de productos sin una adecuada evaluación de sus implicaciones para la salud de los seres humanos, siguiendo exclusivamente sus fines de lucro, o, peor aún, los brindan a los países necesitados de ayuda alimentaria y que se encuentran en situaciones de catástrofe.
La solución de los problemas de la alimentación para todos los seres humanos del planeta no será posible hasta que tal tarea deje de ser vista de manera estrecha y limitada, como la “progresiva reducción” -hasta su eliminación- de los hambrientos y desnutridos.
Los problemas del hambre guardan una íntima relación con numerosos aspectos económicos, sociales, políticos, ambientales, institucionales y otros, cuya solución debe ser acometida para posibilitar la erradicación del hambre y la malnutrición en el planeta.
La erradicación del hambre y un pleno ejercicio por cada habitante del planeta del Derecho a una Alimentación Adecuada sólo se alcanzará cuando se reúnan dos condiciones: de una parte, que todos los países puedan realizar el pleno ejercicio del Derecho al Desarrollo y, de otra, que se logre un crecimiento sostenido y sustentable a nivel de la economía mundial.
De esta forma, durante el pasado decenio asistimos a una gradual toma de consciencia de que el principal problema global que aqueja a la Humanidad en nuestros días es el del desarrollo mundial, y gracias a que aquél período se caracterizó por la extrema inestabilidad de la economía mundial (evidenciada en las recurrentes crisis monetario-financieras); el nivel cuantitativa y cualitativamente superior alcanzado por la concentración de las riquezas, el poder y la toma de decisiones; y una increíble extensión de la pobreza (asociada a un notable viraje en la situación de los mercados laborales y en un aumento del nivel del desempleo), entre otras manifestaciones.
De manera todavía discreta, la problemática del desarrollo ha ido ganando relevancia en la agenda de los organismos internacionales y en las consideraciones de la opinión pública internacional. Así, en el pasado decenio asistimos a la realización de una serie de Conferencias Internacionales en que, aunque el tema central era alguno de los problemas globales, el “desarrollo” siempre estuvo presente.
No obstante, la temática del desarrollo fue abordada de forma fragmentaria en todas estas conferencias y en las de seguimiento que les han sucedido cada cinco o diez años. Ello se debe a que desde hace bastante tiempo las naciones industrializadas supieron secuestrar los aspectos más importantes del tema del desarrollo y llevarlos a aquellos organismos internacionales en los cuales ejercen un gran control.
En nuestra opinión todo esto pone de manifiesto la capacidad alcanzada por las principales potencias mundiales para controlar, influir y manipular los organismos internacionales y distorsionar los resultados de las discusiones sobre temas relevantes para la mayoría de los habitantes del planeta.
Para el Sr. Asbjørn Eide, la erradicación del hambre, tanto a nivel nacional como internacional, lleva a la necesidad de reconsiderar el papel de los Estados. Para este experto, los Estados deben cumplir las siguientes cuatro funciones:
• “(…) respetar los recursos que posee el individuo, su libertad de buscar el trabajo de su preferencia y de aprovechar al máximo sus conocimientos
• (…) ofrecer una activa protección contra otros elementos (…) por ejemplo, de la protección contra el fraude, contra un comportamiento contrario a la ética en las relaciones comerciales y contractuales y contra la comercialización y el vertido de productos peligrosos
• (…) facilitar oportunidades que permitan el disfrute de los mencionados derechos (…) respecto del derecho a la alimentación, los Estados deben (…) tomar medidas para «mejorar los métodos de producción, conservación y distribución de alimentos mediante la plena utilización de los conocimientos técnicos y científicos y el perfeccionamiento o la reforma de los regímenes agrarios»
• (…) satisfacer los derechos de quienes de otra manera no podrían disfrutar de sus derechos económicos, sociales y culturales. (…) Las obligaciones hacia las personas de edad y los discapacitados, que en la sociedad agrícola tradicional recaían en la familia, están pasando a ser cada vez más una responsabilidad del Estado, y, por consiguiente, de la sociedad nacional en su conjunto”.
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