La comprensión del presente para construirnos con futuro

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Retos, fortalezas y oportunidades

Los socialismos latinoamericanos:
una crítica a la ortodoxia marxista

Por Luis Humberto Hernández
Se trata de procesos de construcciones socialistas,
no de simples actos de toma de poder.

Presentación

Procesos en perspectivas socialistas recorren a nuestra América Latina, realidades que no llegaron de otros lares sino que emergen a partir de sus propias necesidades para desplegarse en sus diversas condiciones socio-históricas. Intentos de construcción de Socialismos, reitero, con mayúscula y en plural y no en singular, que emergen no sólo como condición crítica de la crisis del capitalismo sino asimismo como una critica crítica, teórica y práctica, a la ortodoxia marxista europea.

Es una crítica a esa ortodoxia, porque el fantasma del comunismo único, moderno, nacido en Europa, se derrumbó en 1989, paradójicamente, o, para ironía de la historia, en la misma puerta de Brandenburgo que había asistido 50 años antes al entierro de la máxima expresión del capitalismo corporativista: el nazismo; al tiempo que emergía en nuestra Latinoamérica la posibilidad de socialismos diversos, para abrirse camino en la conquista de la realización utópica de las potencialidades humanas del hombre.

Intentos y no realidades consolidadas aún, condenadas a sufrir los dolores de sus propios partos, no fáciles, por cierto, en un mundo dominado por un capitalismo globalizado en crisis. Una crisis que no podemos prospectar si es orgánica o funcional pero que parece indicar una crisis de civilización.

En ese escenario, Latinoamérica traduce en la realidad política mundial la famosa afirmación que Marx hacía acerca de la ciencia, según la cual no existe vía regia, y en la que sólo pueden escalar sus cumbres luminosas aquellos que no teman escalar sus escarpados senderos, señalando que no hay ni vías regias ni caminos únicos para la teoría y para la acción prácticas, es decir, para la ciencia y la política. En consonancia, esos procesos socializantes que emergen en Latinoamérica nada tienen de expeditos, pues afrontan monumentales retos teóricos, acompañados en su tortuoso andar de condiciones o fortalezas propicias, por lo que se constituye en el continente de la esperanza.

Los retos teóricos

Podemos considerar un primer reto teórico el poder consolidar esos intentos socializantes en crítica objetiva al pensamiento único marxista europeo que colapsa en 1989 con su expresión histórica la Unión Soviética. Esa propuesta se sustentó en el racionalismo cartesiano, simplicador y reduccionista de la realidad social, que busca verdades objetivas únicas, medibles y cuantificables, que a manera de leyes eternas operan independientes de los sujetos.

Su concepción de proceso se entiende como el devenir de un progreso lineal, predecible, que responde a la lógica mecanicista newtoniana o la dialéctica hegeliana, que, cabeza abajo, pone la realidad y los hechos históricos tozudos por debajo de la especulación filosófica.

Una concepción rancia marxista proclive a pensamientos y realizaciones únicas, por ejemplo, de construcción del socialismo a partir de un solo país, bajo la égida de una dictadura del proletariado agenciada por vanguardias iluminadas.

Tales realizaciones únicas no caben siquiera en el sistema capitalista mismo, que, como cualquier otro sistema, si bien se corresponde con un comportamiento lógico tendencial estructural, propio de su modo de su producción, sólo se valida en el árbol diverso de su propia existencia, es decir, en las diversas formaciones sociales concretas en ciclos sistémicos, como lo ilustran su historia y el momento actual: 1. El ciclo genovés hasta el siglo XVII; 2. El ciclo holandés hasta finales del siglo XVIII; 3. El ciclo británico desde mediados del siglo XVIII hasta el siglo XIX y los primeros años del siglo XX; y 4. El ciclo americano, que comenzó a finales del siglo XIX (Arrighi, 1999). Una hegemonía norteamericana en veremos, que convive con la versión japonesa y la alemana, junto a las denominadas economías capitalistas emergentes.

Es en ese ámbito frondoso de la vida real donde domina lo diverso de las formaciones sociales concretas y de sus combates políticos, y no en el gris de los debates de la teoría por dogmas únicos; es donde se conjuran las pesadillas de las transformaciones sociales; en un momento en que el capital –como señala Bensaid– deviene “efectivamente planetario, como el espíritu de nuestra época sin espíritu y el poder impersonal del reino de la mercancía, donde se hace nuestro horizonte plomizo y triste el destino” (2003:19): Una vigencia que actualiza la crítica marxista al capitalismo y valida la crítica permanente a los propios proyectos socialistas en mención, que en su novedad deben recomenzar constituyendo el reverso y la negación del fetichismo mercantil universal (2003:19), y poniendo a prueba nuevamente el andar del comunismo, que al decir de Marx “no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado actual de cosas” (Marx.1966: 36).

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